Andamio
Sevilla
1998
Un ciudadano revisa, reinterpreta y reutiliza la ordenanza urbanística para la colocación temporal de andamios que facilite la ampliación de edificios. Este andamio funciona como una habitación temporal, vinculada y conectada eventualmente con los espacios interiores de la casa, pero accesible desde el espacio público de la calle.
Un ciudadano, animado por el éxito de la idea de dar un uso alternativo a un contenedor para escombros, desarrolló una nueva estrategia de replanteamiento legal para levantar esta vez un espacio habitable dentro del casco antiguo de Sevilla, sin que esto supusiera un deterioro del patrimonio histórico existente. Para ello ideó una vivienda mínima construida en un andamio y la instaló en un edificio catalogado con el grado B de protección del patrimonio, situado en la céntrica esquina de la calle San Luis con Divina Pastora. El grado B significa que el edificio no puede ser demolido y que cualquier reforma ha de conservar sus características originales. El grado A queda reservado a construcciones singulares, como la Catedral o el Alcázar.
El ciudadano dibujó con pintura verde las siglas “S. C.” en una de las fachadas del edificio, elegido por su localización y clasificación, pero con el que no tenía ninguna vinculación. Solicitó a continuación una licencia de ocupación de vía pública -de tres meses de duración- para colocar un andamio y repintar la fachada. Al tratarse de un edificio catalogado, tuvo que especificar que pintaría la fachada del color original (blanco), sin embargo, no necesitó presentar ningún documento de propiedad ni relación con dicho edificio. Tras recibir el permiso de montaje del andamio, el ciudadano construyó en él su refugio urbano. Para difundir su estrategia convocó a la prensa local, explicando el proyecto como una ampliación de su piso, con la intención de que los vecinos interesados pudieran repetirla. Los periodistas no verificaron la propiedad del inmueble, de manera que la noticia apareció como una receta para ampliar la vivienda en el casco antiguo de una manera legal, barata y temporal.
El andamio se usó como refugio temporal durante los tres meses que estuvo instalado y se desmontó antes de que concluyera el permiso. El último día se repintaron de blanco las siglas “S. C.”, que todavía hoy se pueden leer perfectamente por la diferencia de edad de la pintura.