Casa Rompecabezas
Sevilla
2002
A partir de la experiencia habitativa desarrollada en la casa-rompecabezas, situada durante un mes en la Plaza de la Mina en Cádiz, bajo en amparo del Colegio de Arquitectos de Cádiz, benefactor para la construcción de la misma, se desarrolla posteriormente, y de manera personal el siguiente proyecto de ocupación de solares con la estrategia del armario.
Un arquitecto sin promotor instala para-arquitectura ocupando un solar privado en la calle Barco nº 9, a fin de ejemplificar situaciones de ocupación temporal de solares en desuso, mediante contrato de arrendamiento con propietario, que permite la utilización garantizada de su terreno durante un tiempo mínimo de cuatro meses extensible a un máximo de un año, para la instalación de una casa-estudio desmontable. Un acuerdo para la acometida eléctrica cerrado con un particular, cercano al solar, y unas cápsulas sanitarias de funcionamiento químico portátiles, que funcionarían con la recogida de agua de lluvia a través de la cubierta, ayudarían a hacer más cómoda y habitable esta morada urbana.
La Casa Rompecabezas es una vivienda desmontable y adaptable al terreno que fue diseñada para poder ser trasladada e instalada cómodamente en diferentes lugares. Su funcionamiento se basa en la idea de ocupar los solares en desuso de las ciudades, pudiéndose montar en uno hasta que los propietarios decidan hacer uso de él, momento en el que sus habitantes podrían desmontarla fácilmente para trasladarla sin problema a otro solar. Dado que se suponía que durante su vida útil la casa se instalaría en distintas ubicaciones, se planeó que sus piezas pudieran ser organizadas de diversos modos, de manera que pudiera adaptarse a las dimensiones variables de los solares y a las necesidades y caprichos de sus habitantes.
Esta estrategia se basaba en una argumentación legal elaborada por el abogado Ignacio Pretel. Según el Código Civil se podría considerar la Casa Rompecabezas como un bien mueble puesto que carece de cimentación y es susceptible de desmontarse, no de demolerse, y por tanto no quedaría sujeta a las leyes y ordenanzas aplicables a los bienes inmuebles. Aunque el arquitecto que la diseñó contempló la posibilidad de ocupar un solar sin permiso explícito de sus propietarios, prefirió pactar con ellos, ya que se trataba de evaluar tanto el montaje de la vivienda, como la argumentación legal que la haría viable.
Pese a la dificultad que supuso localizar a los propietarios de los solares y la poca receptividad inicial de muchos, que llegaron a pedir alquileres superiores al precio de un piso, finalmente se encontró una persona dispuesta a pactar. El propietario de un solar situado en la calle Barco nº 9 accedió a conceder el permiso para que se montara el módulo en su terreno a cambio de un alquiler de 150 € al mes, y firmó un contrato por un mínimo de un año, que acabo convirtiéndose en un año y medio. La Casa Rompecabezas se montó con ayuda de amigos y conocidos, subcontratando la corriente eléctrica para el módulo a un vecino, para lo que se instaló un cable de electricidad de 200 m desde la calle Joaquín Costa. El sistema sanitario se solucionó contratando una cápsula sanitaria portátil, pues por falta de presupuesto no se pudo montar ni la acometida de agua ni el recolector pluvial, previstos en el diseño inicial.